Jorge Pérez Rodríguez

La  Sierra Poblana,  se queda sin el  eco  sonoro

de tu voz y tu pluma certera

para validar lo mejor  de cada uno y señalar  las fallas

 que conforman  el cotidiano devenir  en estas regiones,

 donde pasaste tu vida toda y

ahora dejas para siempre.

La muerte  de un viejo amigo,

aunque esperada, cuando al fin llega,

siempre sorprende y es desconsoladora.

No imaginábamos el mundo sin tu presencia.

Yo también soy viejo  y sé que el final está cerca,

pero aun conservo la esperanza  de amanecer,  cada mañana, 

con mi amigo aun vivo.

No sabía cuánto te quería.

Ante la muerte somos egoístas;

no nos importa el difunto,

sino quiénes somos  ya sin él,

y en quiénes nos convertiremos  cuando su recuerdo

se haya  ido también.

Se me quiebra la voz.

Que la tierra te sea leve,

querido Perín.

 

José Manuel Toscana

Enero triste  del 2013

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