FLORENCIA MÜLLER
Por Claudia López
Escuela Nacional de Antropología
e Historia
Entre las arqueólogas mexicanas, Doña
Florencia ocupa un lugar prominente, tanto por haber sido pionera en esta
profesión como por sus investigaciones en diversos sitios donde ella marcaría
rutas nuevas. Su aporte mas conocido, sin embargo, lo constituye su invaluable
trabajo en la investigación cerámica. Se caracterizó por una constante
trabajadora y por su entrega a los "tepalcates".
Emilia Florencia Jacobs Baquero, nació en la
ciudad de México el 23 de febrero de 1903, en noviembre de 1930 contrajo
matrimonio en Dresden, Alemania con el señor Bruno Curt Johannes Müller, quien
murió poco después en mayo de 1931 desde entonces Florencia llevó el apellido
Müller.
Su relación con la arqueología comenzó, según
lo cuenta ella misma en su autobiografía, cuando conoció personalmente a Zelia
Nuttall. Su interés por la arqueología se fue incrementando cada vez más
gracias a su padre, quien en una ocasión la llevó a una excavación arqueológica
en Azcapotzalco y a la zona arqueológica de Teotihuacan, lugar que en ese
momento estaba siendo explorado por Manuel Gamio.
Su interés por la arqueología la llevó a
tomar clases de Antropología Física en el Museo Nacional, en la calle de
Moneda, impartidas por el profesor Nicolás León. Posteriormente ingresó a
trabajar al Politécnico como contadora, al mismo tiempo que estudiaba en The
American School of Mexico. Hizo estudios en el Principia College de San Luis,
Missouri, E.U. y de regreso, ya convencida que su vocación era la arqueología,
ingresó a la Escuela Nacional de Antropología e Historia, que se encontraba en
formación, al egresar sería en la primer mujer graduada en arqueología en México.
Su primer encuentro con la cerámica fue en la
clase del profesor Eduardo Noguera, quien llevó en una ocasión a su grupo a
conocer el material cerámico de Zacatenco explorado por George Vaillant. El
contacto de Florencia con la arqueología practicada por Eduardo Noguera logró
que sus estudios se inclinaran al análisis de la cerámica, de su inquietud
hacia este material arqueológico surgieron trabajos muy importantes en tipología,
entre ellos el de las colecciones de tiestos de las exploraciones en que
participaba, lo que eventualmente dio origen a la ceramoteca del INAH.
Su primera exploración arqueológica la realizó
en Xochicalco, dirigida también por Noguera. En 1943 fue comisionada para
explorar Chimalacatlán, Morelos, trabajo que le serviría para su tesis
profesional llamada: Exploración arqueológica y reconstrucción histórica del
cerro del Venado, Chimalacatlán, Morelos; la cual fue presentada en 1946 y más
tarde publicada en dos partes: Chimalacatlán, 1948, y la Historia del valle de
Morelos, en 1949. En éste lugar trabajó con la geóloga Dorothy Cassel con
quien entendió la importancia del contexto arqueológico, el cual le abrió más
su campo de investigación, tomó también cursos sobre geología, geografía, y
usos del microscopio.
El resultado de colectar la información al
medio, fue el descubrimiento de los primeros indicios de la prehistoria de
Chimalacatlán, Morelos en la "Cueva Encantada". Años más tarde en
la exploración del Maptos-6, en la "Cueva Calcinada" de Huapalcalco,
se consiguieron los primeros indicios de la prehistoria y protohistoria de
Tulancingo, Hidalgo
En 1954 ingresa a trabajar al INAH en el
Departamento de Monumentos Prehispánicos, donde crea la ceramoteca con los
tiestos que ella coleccionó, posteriormente la ceramoteca llevaría su nombre
en su honor. Un recuerdo que estuvo presente en ella fue la de su primer tabla
Munsell, regalo que recibió del maestro Piña Chan.
Cuando se encontraba excavando en Huapalcalco Hidalgo, detectó que el material cerámico que extraía era de procedencia
teotihuacana, para comprobarlo compartió su información con Laurette Sejourné
quien se encontraba en Teotihuacan también excavando. Los resultados que
obtiene con la cerámica son sobresalientes, ya que la ocupación del sitio se
consideraba para el periodo postclásico y con los datos cerámicos se le fechó
en el Clásico temprano e incluso ella supone su habitación desde el periodo
Formativo.
Sus exploraciones además nos dicen mucho de
como se practicaba la arqueología en aquellos años siempre con entrega y
sentido de la profesión. Cuando Florencia se quedó sin presupuesto para
continuar con su proyecto en Tulancingo supo interesar y persuadir a algunas
personas de la comunidad para obtener recursos en rifas y subastas de la donación
de algunos bienes y de esa manera pudo concluir su investigación.
Dentro de sus grandes participaciones se
encuentra la de 1962, donde forma parte del Proyecto Teotihuacan, a cargo de
Jorge Acosta e Ignacio Bernal, ella estuvo a cargo de los laboratorios de donde
se desprende uno de sus trabajos más importantes; la secuencia cerámica
completa de Teotihuacan, que antes no existía. Posteriormente en 1968 trabajó
en el Proyecto Cholula con Jorge Acosta e Ignacio Bernal.
En los 40 años que dedicó a la investigación
arqueológica, llevó a cabo trabajos de recorridos de prospección, excavación
y consolidación de estructuras arquitectónicas, así como de análisis de
materiales culturales como lítica, concha, hueso, cerámica. En sus estudios
sobre cerámica elaboró tipologías y secuencias para el Altiplano Central,
Cholula, Puebla; Teotihuacan y cuenca del río Lerma, en el Estado de México,
Hidalgo, Tlaxcala, el Valle de Morelos, para el Balsas medio y Comalcalco
Tabasco.
También nos dejó publicaciones sobre exploración
y consolidación de estructuras arquitectónicas, el análisis de fuentes y
documentos antiguos, rutas de comercio, cálculos demográficos prehispánicos,
acerca del desarrollo y extensión de los asentamientos, iconografía prehispánica,
la elaboración de los atlas arqueológicos de Quintana Roo y Campeche, entre
otros documentos.
En 1981 se autopostula para ser investigador emérito,
cuando se enteraron sus compañeros la apoyaron, pero no pudo ser
otorgado ya que murió en 1985 antes de que emitieran los dictámenes. Los títulos
que se publicaron postmortem son: La cerámica de Cuiculco B; Un entierro múltiple
de Tulancingo, Hgo; Cómo hacerse experto en cerámica prehispánica en diez
lecciones, y La glífica de Teotihuacan.
Entre alguno de sus escritos figura el de su
autobiografía en donde Florencia se presenta así misma con su nombre
prehispanizado "Xochitlmetatl" (flor de metate), ello nos hace
recordar también a otra arqueóloga pionera en México Antonieta Espejo,
"Huehuetoxcatl" .
Florencia Müller una mujer afable y de gran sentido del humor da cuenta de
algunas de sus experiencias y anécdotas que le tocaron vivir cuando la
arqueología mexicana recién crecía y caminaba a grandes pasos.
-
- BIBLIOGRAFÍA
-
Fernández García, Darío Directorio de
Profesionistas Edición 1965 -1966 Editado por : Ediciones FERDEZ. Tomo No.
3. Rama de Humanidades p.15.
-
Gónzalez
Rul, Francisco; Blanco P.,
Alicia1988 Florencia Müller. En: La Antropología en México, Panorama histórico,
no. 10. Los Protagonistas. García Mora, Carlos; Odena Güemes,
coordinadores. Colección Científica, INAH.
-
Muller, Florencia 1990, La cerámica de
Cuicuilco B un Rescate Arqueológico. 1a. Edición, México: INAH. Serie
Arqueología.
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- ALGUNAS DE SUS OBRAS MÁS IMPORTANTES:
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-
S/F The Transition from the
Classic to Postclassic in Central Highlands, Science, vol. 175. vol. XVI.
BIOGRAFÍAS
DE HIDALGUENSES
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